Frases de David Berkowitz

Frases de David Berkowitz

Frases de David Berkowitz «El hijo de Sam» o el «Asesino del Calibre 44»

 

Aterrorizó a la población de Nueva York entre los años 1976 y 1977. Disparó a 13 personas, acabando con la vida de 6 de ellas. Atacaba con su pistola del calibre 44 a chicas o parejas que se encontraban conversando dentro de un coche.

Cuando lo detuvieron se confesó culpable de todos los cargos. Sin embargo, más tarde, cambió varias veces su versión sobre la motivación que lo llevó a realizar los hechos. Una de las principales teorías que expuso fue que el diablo lo incitó a hacerlo y se comunicaba con él a través del perro de su vecino.

Fue condenado a 365 años de prisión.

Las frases de David Berkowitz que se encuentran a continuación han sido extraídas de un reportaje sobre el asesino publicado en el canal Biography.

Prácticamente me convertí en una máquina que cometía asesinatos.

Me gustaría pensar que Dios me ha dado la oportunidad para que mi vida tenga importancia ahora.

Mis padres tenían mucha esperanza en mí, intentaron criarme lo mejor que pudieron, me alimentaron, me vistieron y me amaron mucho, pero algo dentro de mí no respondía a ese amor, que me alejaba, era muy autodestructivo.

Yo era muy cruel y también era malo con ella (refiriéndose a su madre adoptiva).

No soy un judío orgulloso. Se supone que los judíos son sinceros, cumplen las leyes y respetan a los padres. Yo no soy nada de eso, sino que soy una desgracia.

Te odio, te odio, ¡ojalá te mueras! (a su madre adoptiva). Fue la ultima vez que la vio con vida, ella tenía cáncer de mama muy avanzado.

Yo era mucho más apegado a mi mamá que a mi papá, él siempre tenía que trabajar todo el tiempo, seis días a la semana, no era su culpa. Obviamente cuando ella murió lo perdí todo.

Mi papa me lloraba y me suplicaba que hablara con él y me decía no te conozco, eres mi hijo pero pareces un extraño. Y eso era, no sé por qué pero siempre había una especie de bloqueo, no quería compartir nada de lo que tenía en la mente ni en el corazón, era como un libro cerrado.

Grité el nombre de lucifer una y otra vez, y lo invoqué varias veces. Decía sol de la mañana y del príncipe, mi señor, ven a mi, a mí en este momento. Toma control de este servidor y sentí que estaba, me estaba desprendiendo de mi personalidad y que de algún modo estaba surgiendo algo más.

Me estaban dando muchas ganas de matar a mi familia biológica.

Decidí que tenía que matar a una mujer para vengarme de todos los sufrimientos que me habían causado.

Perdí la habilidad para amar, para tener compasión, me convertí en un animal.

Sentí una gran paz. Aunque no tuve un orgasmo y físico, sin lugar a dudas, tuve uno mental. (Después de su primer asesinato).

Luego de dispararles, me sentí como en el aire.

Finalmente me di cuenta de que era capaz de traspasar ese punto en el que el ser humano juega a ser Dios. Estaba ansioso, emocionado y tenso.

Estimado capitán, me lastimó al decir que odio a las mujeres, pues se equivoca, ya que soy un monstruo, soy el hijo de Sam, soy simplemente un mocoso.

Me encanta cazar, merodeando por las calles en busca de un blanco fácil, una presa apetitosa.

No quiero matar más, no señor, no más, pero debo honrar al padre, quiero hacerle el amor a todo el mundo, amo a la gente, pero no pertenezco a la tierra.

Déjeme atormentarlo con estas palabras; ¡voy a volver!, ¡voy a volver!

Me doy cuenta de que no viviré en paz hasta que no termine con tu vida (en una carta a su vecino).

Lo saludo desde las alcantarillas de nueva york, que están llenas de excremento de perro, vómito, vino rancio, orina y sangre. (Carta al redactor de un periódico)

Aún estoy aquí cual espíritu que deambula en las noches. Estoy hambriento, sediento y pocas veces descanso y me ansía complacer a Sam.

Me encanta mi trabajo, finalmente he llenado el vacío.

No tenía nada contra esas víctimas. ¿Quiénes eran para mí? Simplemente eran unas personas, no las odiaba ni estaba molesto con ellas.

Sam lo hizo a través de mi. Él me usó, me obligó a hacerlo, disparé por él, por sangre. (Cuando le preguntaron por qué lo hizo).

Está bien, la mataría otra vez, los mataría a todos nuevamente. (A la madre de una de sus víctimas)

Sinceramente no sabía que la gente iba a morir ese día, lamento mucho lo que ocurrió. Era gente que no merecía perder la vida.

La prisión es un lugar de una oscuridad agobiante. Aquí no hay nada. Simplemente hombres solitarios y arruinados cuyos sueños han muerto. Es todo lo que hay aquí.

Este letargo, estas pesadas cadenas, estos grilletes invisibles, estas cadenas mentales que me sujetaron durante muchos años se han roto.

Necesitan a alguien para hablar, alguien que los ayude a arreglar la cama, a vestirse, alguien que sea su amigo, que los oiga cuando tengan problemas y esa es mi tarea. Yo soy el ministro que se encarga de ellos. (Refiriéndose a sus compañeros en prisión).

Me gustaría pensar que Dios me ha dado la oportunidad de que mi vida sirva de algo. Me ha dado un sentido y un propósito que busqué durante mucho mucho tiempo. Asimismo quisiera pensar que de algún modo el pasado pueda borrarse gradualmente.

 

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